EDUCAR BIEN CON LILIAN ORTEGA

jueves, febrero 15, 2007

LA EDUCACIÓN COMO UN JUEGO

Alguno de nuestros lectores me comentó hace unos días que a veces, cuando se enfrentaba a la revista, tan llena de contenidos, se sentía un poco cansado, como "obligado" a trabajar mucho en la educación de los niños. Le pregunté si jugaba con sus hijos y me respondió que a los 13 y 15 años, los chicos ya no quieren jugar ellos.

Que en estos tiempos todo se reduce a darles un sinfín de reglas para hacer de la convivencia algo soportable y para conseguir que no terminaran en las drogas, con una enfermedad de trasmisión sexual o con un futuro gris como empleados insatisfechos de una gasolinera. Le pedí que mirara cada artículo como una oportunidad para recuperar el goce de ser padre.

Que pensara siempre que no existe el padre perfecto y que hay siempre cosas que aprender sin que por ello nos sintamos unos progenitores desastrosos. Los hijos no vienen con manual de intrucciones, pero los padres tampoco, le recordé entre sonrisas. Se dió cuenta que cada vez que veía que hacía algo diferente a lo que los expertos de la revista recomendábamos, se sentía en falta y culpable a pesar de que nuestra intensión fuera hacerle más grata la vida con sus hijos. Prometió revisar por qué se sentía tan abrumado. Pocos días despúes me llamó: ¿sabes que a los adolescentes les emociona ganar a su padre a la batalla naval?

Educar es un juego divertido, y como todo lo que es divertido es un reto que nos mueve a aprender.

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lunes, octubre 09, 2006

AYúDALES A CONSOLIDAR SU AUTOESTIMA

Hace un par de años vi una escena que se fijó en mi memoria. En el metro un niño como de ocho años que iba acompañado de su padre, se apoyó en la puerta mientras el tren se detenía. Cuando se abrió, la puerta le atrapó el brazo entre los hierros de la máquina pero nadie se dio cuenta. El niño, cada vez más pálido empezó a llorar en silencio con grandes lagrimones. Yo lo vi. Pero no me enteré de lo que sucedía hasta que el tren comenzó a detenerse en la nueva estación y el pequeño lanzó un triste gemido. Vimos lo que sucedía y pulsamos la alarma de cabina. El padre miró al niño con ojos fulminantes. Por su silencio comprendí que resultaba mucho más aterradora esa mirada que su brazo atrapado entre las puertas. Imaginé el futuro de ese niño, aterrado ante quienes mancillen sus derechos, tembloroso ante sus jefes y compañeros, víctima siempre del más fuerte, o por el contrario, al fin alto y con el peso necesario para vencer al contrincante, infringiendo maltrato a otros más débiles que él. Percibí de manera contundente el profundo desvalimiento de los niños. Cuando lograron sacarle el brazo de entre las puertas, el padre soltó un sermón acompañado de una colleja suave, casi simbólica. Tiempo perdido. La educación no puede construirse sobre el miedo. La autoestima se consolida durante los primeros años de la vida y depende en un principio de la mirada y aceptación de nuestros padres. Si un niño es reprobado permanentemente, y está siempre temeroso, si no puede ser espontáneo porque legislamos sobre todo lo que hace en su día a día, será incapaz de aprobarse a sí mismo .

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domingo, octubre 08, 2006

LOS NIÑOS NO VIENEN CON MANUAL, NOSOTROS TAMPOCO

Cuando me invitaron a participar en el proyecto de Educar Bien me sentí halagada y un poco asustada. Muchas veces nos enfrentamos a situaciones con nuestros hijos tan difíciles y confusas, tan extrañas y tan imperativas que no creemos que existan libros de psicología, revistas pedagógicas, o Freuds que valgan. Llegamos a la paternidad con nuestras propias carencias, expectativas y miedos y nos encontramos de repente con la responsabilidad sobre otro ser humano que nos necesita ¡incluso para sobrevivir! Serán años de trabajo, de desvelos y conflictos, pero plenos de gratificaciones. Con nosotros, los niños y adolescentes tendrán que aprender a manejarse en el mundo y para incorporar los valores que les guiarán en la vida. ¡Menuda responsabilidad! A veces, suponemos que con entender lo que le pasa al niño actuaremos de forma responsable y olvidamos que en la relación con los niños los padres también contamos y, por ende, nos suceden cosas a nosotros. La tarea de educar se convierte entonces en un reto de descubrimiento en el que nuestros hijos y nosotros mismos somos el enigma. Quiero estar a la altura de este proyecto. Acompañaros y disfrutar con vosotros de este delicioso camino de conocimiento y aprendizaje. Todo un reto.

Por mi parte, trataré de responder a vuestras inquietudes y sugerencias desde este blog.

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